sábado, 17 de octubre de 2015

APRENDIENDO A COLABORAR

En la actualidad, los Programas de estudio y los libros de texto que lo acompañan, plantean de manera repetitiva la siguiente propuesta: El trabajo colaborativo dentro y fuera del aula.

Esta propuesta, concibe a la colaboración como una asociación entre personas que realizan actividades de manera conjunta. Esta colaboración implica el intercambio de ideas y opiniones, la búsqueda de información en distintos medios, y el aprendizaje mutuo. 

Para lograrlo, es necesario que el docente intervenga antes, durante y después del trabajo colaborativo. Antes: al plantear las ventajas que presenta el trabajo colaborativo y establecer normas para su regulación. Durante: al orientar las actitudes de los alumnos y guiar su construcción. Y después: al invitar a los alumnos a identificar los logros que surgieron, así como los obstáculos que se presentaron.

El trabajo colaborativo puede desarrollarse en cualquier espacio, pero existen condiciones que facilitan que éste cumpla con su propósito. Se recomienda realizarlo en un espacio en el que los alumnos que integran el equipo, puedan verse y escucharse unos a otros. Donde, además, exista poca distracción visual y auditiva, se tengan al alcance los medios para la búsqueda de información, y los materiales para la construcción del producto (en el caso de haber producto).

De ser necesario, puede asignarse un coordinador por equipo, quien tiene la función de regular las participaciones y aportaciones. 

Finalmente, es fundamental que reconozcamos que el trabajo colaborativo es un proceso que implica tiempo. No nos desanimemos si, en un principio, no observamos las conductas esperadas. Sigamos propiciando las condiciones para que nuestros alumnos puedan reconocer en él, una alternativa en la que el diálogo es la principal herramienta de trabajo.

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